«UN MAR DE LIBROS». FERIA DEL LIBRO DE MADRID Y LIBRO RELIGIOSO (I)

En estos días en que tiene lugar la feria del libro de Madrid, muchos medios de comunicación se hacen eco de este gran evento comercial del sector del libro en España. La feria es conocida como la ´»librería más grande de España» y, sin duda, lo es. Los más de 400 expositores y el numeroso público que acude al paseo de coches del Retiro estos días lo corroboran.

Muchas editoriales de libro religioso de nuestro país dependen de congregaciones religiosas. Por ello, desde masdecerca.com hemos querido ofrecer a los lectores dos reflexiones sobre el mundo del libro religioso en nuestro país y sobre la cultura.

La primera acaba de aparecer publicada hace un par de semanas en la revista «Libros buenos, buenos libros», probablemente la iniciativa editorial más interesante que se ha hecho este año  en nuestro país en torno al libro religioso. Lleva la firma de Ruth Guerrero, Directora editorial de la misma. Bajo el título «Un mar de libros»,  la autora ofrece un panorama certero sobre la situación del libro religioso en España. Mañana publicaremos otro artículo sobre este tema de la mano del director de Publicaciones Claretianas, la editorial al servicio de la Vida Consagrada. 

UN MAR DE LIBROS

Cuentan que Herman Hesse tomó la dramática determinación de mantener en su casa un cierto número de libros y únicamente ésos: cada libro que entraba en su biblioteca obligaba a otro a salir.

Es la experiencia cotidiana de los libreros. No hay espacio para tanto libro. Todos los días llegan títulos nuevos a las librerías. Los libros nuevos –aunque sean buenos–

 apenas duran quince días en las mesas de novedades. La limitación de espacio y la abundancia de títulos hacen que la novedad se coma a la novedad, y que la rotación sea  cada vez más rápida. En España, cada vez que compramos un libro estamos renunciando a comprar el resto de los más de setenta y seis mil que se publican o reeditan al año: doscientos ocho diarios, más de ocho cada hora. La capacidad de lectura y almacenaje es limitada, mientras que la capacidad de edición de las más de mil seiscientas editoriales españolas parece ser ilimitada. A pesar de la crisis, de la gran caída de la venta de libros de los dos últimos años y de las trompetas apocalípticas que suenan de un tiempo a esta parte sobre la desaparición de los tradicionales soportes del libro en papel, en España seguimos editando mucho.

El libro religioso sigue esa misma tendencia: entre las casi cuarenta editoriales de libro religioso que hay en nuestro país se editan más de dos mil títulos nuevos al año: ciento setenta y cuatro al mes, casi seis al día. Habría que matizar algo los datos –algunos libros nuevos son libros de texto o reediciones– pero, con todo, es una auténtica locura. Las librerías se quejan: no hay espacio ni tiempo para exponer los libros. Los lectores también protestan: el bombardeo de ofertas puede resultar desorientador, cuando no engañoso. Lo que a veces promete la propaganda no siempre satisface los intereses o necesidades del lector. No hay espacio ni tiempo para leer tal volumen de nuevos títulos. Las estadísticas dicen que un lector medio en nuestro país lee, aproximadamente, nueve libros y medio al año. En medio de este mar de libros se impone la selección.

Selección natural
¿Qué seleccionar a la hora de editar, vender o comprar? No es fácil definir dónde se encuentra la calidad de un libro. Una hipotética selección natural haría que los libros buenos, con el tiempo, irían obligando a salir de las estanterías a los no tan buenos –como sucedía en casa de Herman Hesse– pero lo cierto es que no resulta tan sencillo. Hoy, en no pocas ocasiones, la presión del mercado va definiendo los catálogos de las editoriales y el reclamo no es siempre la calidad. Basta una portada llamativa, un título sugerente o que aparezca el nombre de un autor conocido para presentar un libro y hacerlo atractivo aunque sólo sea en su envoltorio. La compra por impulso parece sustituir a la crítica, al boca-oreja o a ese buen librero –hoy casi en extinción– que sabía aconsejar. Los intereses del editor y del librero no siempre coinciden con las necesidades del lector. Se edita mucho y se hace difícil elegir y separar el grano de la paja.

En un reciente encuentro del libro religioso de nuestro país, los libreros llamaban la atención de los editores sobre el hecho de la abundancia de libros nuevos que se publican y que –a pesar de las exigencias de los editores– no se pueden vender como se quisiera. La crisis está ahí y la secularización del ambiente también. La Iglesia de nuestro país no pasa por sus horas más fuertes y, en consecuencia, las ventas de libros religiosos –como sucede con las misas dominicales– se resienten. Decían los libreros que “muchas veces lo que se edita es débil o efímero, se repiten mucho las ideas; se publica mucho, pero sin grandes novedades o propuestas originales”. Algunos atribuyen esta escasez de propuestas a cierto control ideológico. Pudiera ser, pero lo cierto es que en nuestro país –en el mundo occidental en general– vivimos un tiempo de cambio y crisis, metidos de lleno en una sociedad secularizada y de tono cultural bajo, en el que el ocio se ha ido haciendo cada vez más visual (¿virtual?) y el futuro cultural y del libro es difícil de aventurar. Los liderazgos carismáticos fuertes y las grandes figuras de la política o de la cultura –también de la espiritualidad– parecen no abundar. Aquella creatividad efervescente de hace cuarenta años hoy no es tal. Hay como varias crisis diferentes que se suman (cultural, política, económica, religiosa…) y que están hablando desde hace tiempo de la necesidad de adaptación y replanteamiento en el mundo del libro en general y del libro religioso en particular.

La pluralidad o bibliodiversidad del libro en España es un hecho y representa una riqueza. Quizá haya demasiados libros, pero lo cierto es que –junto con los malos– los hay muy buenos. La pluralidad de pensamiento –también en la Iglesia y en el libro religioso– es un valor a cultivar, aunque suponga un esfuerzo añadido a la creatividad de autores y editores, o cierta incomodidad para libreros y lectores a la hora de seleccionar. Con todo, no se puede ignorar esta llamada de los libreros a esforzarse en buscar una mayor creatividad y una mayor calidad en lo que se publica.

Los datos de la edición en España nos dicen que los hombres y mujeres siguen demandando cada vez más libros. También hay encuestas y estudios que nos hablan de una mayor demanda de espiritualidad. Esperemos que cada vez los libros sean mejores y respondan a las necesidades espirituales de los hombres y mujeres de hoy. La nueva evangelización a la que estamos invitados –¿apremiados?– requiere, sin duda, una gran apuesta por la calidad de las propuestas.

Ruth Guerrero Muñoz en «Libros buenos, buenos libros».

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