CLAR: MENSAJE DE NAVIDAD (IR. PAULO PETRY)
(www.clar.org.-) El Mesías está entre nosotros, ¿lo reconocemos?
Emanuel, Dios con nosotros, una vez más planta su tienda entre nosotros y viene a decirnos que somos hijas e hijos amadas/os del Dios de la Vida, el Único Absoluto. Nos alegra particularmente saber que la VRC de América Latina y El Caribe sigue siendo testigo de la presencia del Único Absoluto, y lo hace cuando:
Acoge niños de la calle, abandonados, o los defiende de la explotación y de trabajos inhumanos y de esclavitud;
Rescata jóvenes del mundo de la ignorancia, de la drogadicción y de la violencia
Acoge, visita, orienta y educa a los desplazados;
Convive con el humano dolor de la madre que pierde sus hijas/os, y para ellos busca ser el alivio necesario;
Promueve la vida en los barrios marginados;
Defiende los derechos de los pueblos indígenas;
Reconoce en las distintas razas, religiones y culturas el rostro divino revelándose en nuestros países, ciudades y comunidades;
Grita contra la devastación del planeta, especialmente de la Amazonía, parte del territorio de algunos países del continente;
Promueve la solidaridad entre los pueblos;
Reconoce la necesidad de humanizar las relaciones dentro de la misma VRC de AL y El Caribe.
Emanuel, Dios con nosotros, se hizo carne y habitó entre nosotras/os. Este acto extremo de humildad, bondad y redención está fuera del alcance de la comprensión humana. Algunas/os intentan lograrla y, comprendiendo, aunque sea una brizna de todo lo que ha significado la encarnación, viven la gracia de saberse amadas/os, queridas/os, esperadas/os desde siempre para una vida plena.
“la Palabra se hizo carne” (Jn 1,14). Así nuestra tarjeta de Navidad para el 2009 hace eco a la Palabra revelada. La Palabra hecha carne sigue revelándonos hoy y siempre toda la belleza de un Dios que quiso ser uno de nosotros para redimirnos, rescatarnos y salvarnos. Tan Divino, y se hizo humano. Tan eterno y vino a limitarse en nuestro corto existir. Tan poderoso, y vino a ser un niño, necesitado de los cuidados de una mujer, y porqué no decir, de una niña. Sí, Él, el que todo tenía y tiene bajo su dominio, quiso presentarse a nosotros en esta condición de pobre, niño, dependiente de una mujer tan joven, María.
Permanece hoy el desafío que lanza a toda la humanidad, de modo especial a la VRC de América Latina y El Caribe: reconocer el rostro divino bajo el rostro de tanta gente pequeña, humilde, pobre, que igual al Niño Jesús, sigue siendo dependiente, necesitada de ayuda, objeto de la compasión, de los cuidados y de la atención de los demás.
Otra vez, el Rey eterno, el Todopoderoso se hace todo amor, todo pequeño, y en la pequeñez de un niño lo encontramos. Quienes no lo reconocen allí, son los mismos que no lo ven en aquellos a quienes se quitó el derecho de nacer, son los mismos que no lo reconocen en los “huérfanos producidos” por nuestra sociedad actual, en el joven que clama por más vida, en los desplazados que tal como Él tuvieron que huir de su tierra para buscar un refugio en tierras extranjeras o extrañas. Los que no lo reconocen bajo la imagen del niño en el pesebre, son los mismos que no logran verlo en los sujetos emergentes de los nuevos escenarios que se nos presentan en el Continente y El Caribe.
Como VRC en el Continente Latino Americano y Caribeño, al celebrar el año 2010 del Señor, para ser fieles a Él que se nos reveló en la humildad, la sencillez y la pequeñez, somos provocados a ser testigos de todos estos valores en el mundo de hoy. Por lo tanto, empecemos en nuestras comunidades, sirviendo a la hermana y al hermano, ofreciendo nuestra ayuda a la hermana y al hermano, y así fortalecidos por la sororidad y la fraternidad que nos une en el mismo profetismo, juntas/os llevemos la esperanza, la alegría y el amor a los que nos son confiados en nuestra misión. Seamos testigos del amor divino para humanizar más y más las relaciones humanas que somos llamadas/os a construir.
Es cierto, todos somos limitadas/os, tenemos nuestras debilidades y a veces nuestras incongruencias, pero más que todo esto, el Señor que nos llamó y consagró, nos regaló, nos colmó de su gracia y bendición. Y esto nos obliga a vivir en eterna actitud de acción de gracias, y ofrecer al mundo todo lo que el Único Absoluto nos regaló.
Adentrémonos, pues, en el 2010, con la esperanza y la certeza de que Él nos ama, nos envía, nos sostiene y nos exige. Oigamos su voz, seamos atentos ad intra y ad extra de la VRC del Continente y El Caribe, y de modo muy especial, en esta Navidad y en el año nuevo “escuchemos a Dios dónde la vida clama”!
Ir. Paulo Petry, FSC
Presidente de la CLAR