JUAN MANUEL DE PRADA: «GENERALIZACIONES»

El escritor y presentador de televisión Juan Manuel de Prada ha escrito un artículo en el Semanal XL de este fin de semana que resulta curioso por inusual. El autor hace un auténtico reconocimiento público de lo que él mismo considera un error cometido en su anterior escrito sobre la Vida Consagrada en vísperas de su Jornada Mundial. En este nuevo artículo, de Prada califica lo que escribió hace unos días (y que reprodujo ampliamente en su programa de televisión) como «abusivo» y contenedor de «cierta dosis de deshonestidad intelectual». Bienvenido sea, más allá de toda sospecha, este inusual proceder. Muchas comunidades religiosas de España, suscriptoras del diario ABC,  se alegrarán al ver que el diario que compran (y de alguna manera financian) sea capaz de hacer gestos reparadores de este tipo.

GENERALIZACIONES, por J.M. de Prada.-  Hace un par de semanas, publiqué en ABC un artículo en el que, haciéndome eco del caso de un religioso que participaba en el célebre concurso televisivo Gran Hermano, lanzaba una diatriba contra el virus de la secularización infiltrado en el seno de órdenes y congregaciones religiosas. Aquel artículo mío provocó muchas reacciones, a favor y en contra, como me ha ocurrido en otras ocasiones; y, como en otras ocasiones, yo habría despachado tales reacciones favorables o adversas a beneficio de inventario si entre las segundas no se hubiese contado una de un tal José María Salaverri, religioso marianista, a quien había leído tiempo atrás unas consideraciones sobre Tintín, el personaje de Hergé, que captaron mi atención. En su respuesta a mi artículo, el padre Salaverri me afeaba que del caso de un religioso extraviado o confundido yo extrajese consecuencias generales que le parecían injustas y que echaban tierra sobre la «mucha santidad escondida y mucha entrega callada» que hay entre los religiosos.

Nada había, desde luego, más lejano en la intención de mi artículo que sepultar el trabajo sin medida de tantas personas admirables; pero toda generalización encierra un abuso, y un diagnóstico como el mío -en el que se hacía un juicio general partiendo de un hecho aislado, sin duda significativo pero en modo alguno representativo de esa multitud de religiosos y religiosas que diariamente son testigos del Evangelio- contenía cierta dosis de deshonestidad intelectual. Los reproches del padre Salaverri me sirvieron para recordar un artículo que yo mismo había escrito en esta revista, apenas un mes antes, glosando aquel pasaje evangélico en el que Jesús exclama: «Yo te alabo, Padre del cielo y de la tierra, porque ocultaste estas cosas a los sabios y las revelaste a los sencillos». En aquel artículo, yo había escrito: «¿Qué distingue la mente sencilla de un niño de la mente compleja de un sabio? No, desde luego, su mayor o menor credulidad, sino su repudio de las abstracciones frías, su apego a las cosas concretas y palpables». Para concluir que lo propio de un hombre de fe es repudiar las abstracciones frías, para abrazarse a las cosas concretas y palpables, «tan frágiles y menudas como un niño que manotea en un pesebre». Sin embargo, lo que yo había hecho en mi artículo sobre la vida consagrada era exactamente lo contrario: me había dejado arrastrar por una generalización -una abstracción fría-, en la que seguramente subyaciese un fondo, siquiera parcial, de verdad; pero ese fondo parcial de verdad palidecía al lado de tantos casos «concretos y palpables» de vocaciones religiosas ejemplares. Al generalizar sobre la vida religiosa, partiendo del caso de un religioso extraviado o confundido, me había comportando como uno de esos sabios a los que se refiere Jesús, a quienes se les ocultan las cosas que se les revelan a los sencillos.

En los días sucesivos a la publicación de mi artículo, tuve oportunidad de intercambiar varios emails con el padre Salaverri. En uno de ellos me refería cómo, reunido para rezar con sus hermanos de comunidad, había tratado de encajar mis generalizaciones -«dulcificación de la disciplina, relajación en la observancia de los votos, progresiva mundanización…»- en la realidad concreta y palpable de cada uno de sus hermanos, con resultados negativos, pues sólo veía en ellos a personas obedientes y trabajadoras, que cumplen sus votos con sencillez y dedican la jornada entera a la oración y al servicio a los demás. Y entonces, mientras leía las palabras del padre Salaverri, me pregunté: «¿En qué se quedan mis generalizaciones, comparadas con esos diez hermanos marianistas de la comunidad del padre Salaverri, que cada día se reúnen una hora para rezar ante el Santísimo?». Al enhebrar aquellas generalizaciones, ¿no había actuado como los fariseos del Evangelio, que colaban el mosquito y se tragaban el camello? ¿No había perdido el sentido de la proporción, al poner la lente de aumento sobre las lacras de la vida religiosa, sin considerar los ejemplos de santidad y abnegación secreta que cotidianamente nos ofrece? Y, sobre todo, ¿era mi diatriba el estímulo que la vida religiosa requiere, cuando la mayoría de los que se relajaron y asimilaron al mundo ya han dejado de ser religiosos, y cuando los que perseveran se esfuerzan por rectificar aquel rumbo errado?

De esta experiencia saco una enseñanza: «Cuando critiques y denuncies, que sea a algo o a alguien concreto, con razones y con verdad, sin generalizaciones».

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    Zaratustra 12 años

    El problema es más complejo aún cuando NO se generaliza, cuando se critica a aquel religioso que – merecidamente – es digno de reproche (a un pedófilo por ejemplo) claramente identificado…Porque – evidentemente – hasta para «la mente sencilla de un niño» su actuación es reprobable y acreedora de castigo….Pero al publicar esa opinión, aparece la «mente compleja de un sabio» y la censura, la borra de estas páginas….Como si ocultando esa recriminación, pudiese hacer desaparecer también el delito o la violación cometida.

    Y si de «repudio a las abstracciones frías y apego a las cosas concretas y palpables» se trata, puede ser importante la actuación de esos diez hermanos marianistas que se reunen – una hora – cada día para rezar ante el Altísimo (son sacerdotes, es su «alimento» espiritual sin el cual estarían «secos» de las cosas divinas)…..Pero prefiero lo «concreto» que hicieron una Madre Teresa de Calcuta, un Oscar Arnulfo Romero o los Padres Franciscanos de los «Círculos del Silencio».

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    Gracias, Sr. de Prada por su rectificación. Leí su articulo y luego el del P. Salaverri y entonces me sentí satisfecha pues imagine que la Carta del P. Salaverri le haría recapacitar en sus «Generalidades» fuera de lugar pues creo que es una persona con Ética.
    FELICIDADES POR SU RECTIFICACIÓN.

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    joshefo 12 años

    A Prada simplemente le diría: «Zapatero a tus zapatos…» Bastante tienen los pobres religiosos con intentar ser fieles, como pueden, entre sus muchas miserias, para que además les lleguen ayudas tan entusiasmantes como las del señor escritor… Los religiosos son más de lo que parece y mucho menos de lo que les gustaría ser

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    asunta p. murcia 12 años

    Ciertamente, Hermenegildo, De Prada se quedó corto en sus generalizaciones. Es bastante habitual en él que se extralimite (como todo converso ciclotímico), así que podía haber generalizado todavía más, como es habitual en él. Algunos tenéis mucha culpa en que esta gente ande así, de tumbo en tumbo, sin control, extralimitándose desde la más pura visceralidad. Sois una bendición para satanás. Está encantado con vuestro modus operandi.

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    Juan 12 años

    Actitudes tan negativas como las de Hermenegildo son de gran ayuda para la Iglesia. Se trata de hablar mal de la vida religiosa, aunque se ignore y se desconozca. Cuando otros «generalizan» acerca de sus filias entonces la ira esta permitida. Asi se construye una Iglesia en paz y se contribuye al amor entre cristianos. UBI caritas et amor, Deus ibi est.
    Congregavit nos in unum Christi amor.
    Exultemus, et in ipso iucundemur.
    Timeamus, et amemus Deum vivum.
    Et ex corde diligamus nos sincero.

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    paz 12 años

    Quzás es que Prada ha tenido la suerte de contactar con el padre Salaverri,y le ha hecho reflexionar.Hombre lúcido como pocos, que gusto da oirle hablar.¡que suerte ha tenido señor prada!

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    Hermenegildo 12 años

    Sólo entiendo esta «rectificación» de Juan Manuel de Prada si es puramente irónica: «¿En qué se quedan mis generalizaciones, comparadas con esos diez hermanos marianistas de la comunidad del padre Salaverri, que cada día se reúnen una hora para rezar ante el Santísimo?».

    Cualquier católico consciente que conozca algo de la vida religiosa actual sabe que Prada se quedó incluso corto en sus «generalizaciones».

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    asunta p. murcia 12 años

    Las amenazas para darse de baja de la suscripción del ABC han tenido su efecto.

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    Antonio SOE 12 años

    Ahora vienen las conversiones pre-cuaresmales. Claro, es lógico, alguien (probablemente la mano que le da de comer) le dio un tirón de orejas. Ya se sabe, «Nunca muerdas la mano que te da de comer».

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    Maria del Carmen 12 años

    (editado)

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