IN MEMORIAM: SEVERINO-MARÍA ALONSO, CMF (NOVEDAD EDITORIAL)

(Pedro Belderrain, cmf.-) Le gustaban las sardinas. Era feliz haciéndose su propio bocadillo. ¡Y los nísperos!, ¡y las películas de Cantinflas! Gozaba como nadie con una sobremesa o una salida al campo caracterizadas por el buen humor y la fraternidad. Exquisito en la delicadeza; generoso en todo aquello que beneficiara a otros, sobre todo al necesitado. Discreto como pocos, nada relajado ni condescendiente consigo mismo. Dudo de que en algún momento de su vida fuera superficial. Supo distinguir magistralmente lo sustantivo de lo secundario; es bien fácil de entender el aprecio mutuo que le unió al P. Ignacio Iglesias o a Cristina Kaufmann.
Esto y muchas cosas más fue Severino-María Alonso. Bien se le puede aplicar la expresión con que él describió a Juan Pablo II: “maestro y profeta de la vida consagrada”. Gozamos de él y con él varias décadas. Los benditos designios del Señor nos lo arrancaron hace casi tres años, pero su hondura, sonrisa y fe se nos hacen aún muy presentes. Seguimos caminando nutridos por mucho de lo compartido con él. Desde ahora lo haremos con más razones.
Otro maestro del bendito caminar posconciliar, el P. Aquilino Bocos Merino, su hermano y compañero, su último superior de comunidad, ha renunciado a muchas horas de paz y descanso y se ha sumergido en la vida de Severino: ha rastreado, pedido opinión, leído y nos ofrece más de 260 páginas preciosas que ayudan a entender al misionero presbítero, al profesor, al escritor, al consejero… El P. Bocos yerra al declararse simple amanuense; más de doscientas notas enriquecen un texto en el que va emergiendo la trama que explica las grandes palabras (nada menores) que destacaron en la obra (¡y sobre todo en la vida!) del P. Severino.
Los analistas más perspicaces de esta era invitan sin cesar a que narremos nuestra fe; a que contemos en primera persona qué vivimos y creemos, a que afirmemos con sujeto, verbo y complemento las maravillas que el Espíritu va haciendo entre nosotros. Este libro es un buen ejemplo. Podemos evocar a Gustavo Adolfo Bécquer: ¿Qué es vida consagrada? ¿Y tú me lo preguntas? Vida consagrada eres -junto a otros muchos- tú.
Que nadie tenga miedo a aburrirse ante una biografía pesada. Varios capítulos pueden leerse saltándose otros; en ellos laten sus mayores preocupaciones, los rasgos centrales de su espiritualidad. José Cristo Rey García Paredes y Bonifacio Fernández, catedráticos como el P. Severino de Teología de la Vida Consagrada y directores del Instituto Teológico de Vida Religiosa y de la Escuela Regina Apostolorum de Madrid (dos instituciones vivas en las que el P. Severino-María Alonso volcó su vitalidad), completan las apreciaciones del P. Bocos.
La lectura invita a dar gracias: al Padre por darnos un hermano y un maestro como el biografiado; a él mismo por su desvivirse por el Evangelio, al autor por su trabajo y  perspicacia, y a Publicaciones Claretianas por difundir un trabajo así. Nos han llenado la mochila con buenas calorías: ¡sigamos caminando tras Jesús el Cristo (la gran Palabra de la vida del P. Severino-María Alonso)!

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