LECTURAS «LIGERAS» DE ALGUNOS DATOS DE LA IGLESIA EN EL MUNDO

Llama la atención cómo el semanario católico «AlfayOmega» (diócesis de Madrid) –distribuido los jueves con el diario ABC– en una de sus noticias publicadas hoy sobre los datos de la Iglesia Católica en el mundo, citando al anuario pontificio 2010, afirme que el número de seminaristas y sacerdotes en todo el mundo crece en el último año en un 1% y que «el número negativo –dice textualmente el semanario– es para las religiosas profesas que han disminuido un 7,8% desde el año 2000″. Cualquiera que lea ligeramente estos datos diría: «el número de sacerdotes sube moderadamente (¡qué bien!), el de monjas desciende estrepitosamente (¡qué horror! ¿Qué pasa con las monjas?). Pero al leer la realidad descrita en esa noticia se produce una clara distorsión en la percepción de la verdad.

El dato que da Alfayomega,…… si bien es cierto, es descuidadamente «intoxicador» (seguramente no hay mala voluntad en dar así de mal el dato). Lo digo por lo siguiente: Si tomáramos como referencia para la valoración el aumento o disminución respecto a los datos del año anterior (cosa que hace el semanario a la hora de valorar el aumento del número de sacerdotes y seminaristas), vemos que la vida religiosa femenina habría descendido tan sólo un 1,04% en el último año, pasando de 746.814 religiosas profesas en 2007 (dato que dió el Cardenal Rodé en una conferencia en Nápoles el pasado día 3 de febrero) a 739.067 en el año 2008 (tal como apunta el Anuario Pontificio 2010). No es honesto tomar referencias diferentes a la hora de ofrecer datos comparativamente. La distorsión que se produce, como hemos visto, es evidente. Y esta distorsión intoxica la información.

El descenso en los últimos treinta años en la vida religiosa femenina (y masculina) es evidente. En el número de sacerdotes y seminaristas también. Lecturas triunfalistas de los datos en un único sentido nos alejan de la verdad. El descenso de vocaciones a la vida sacerdotal y religiosa es un fenómeno eclesial que preocupa a todos.

Hace algunos días escuché sorprendido la siguiente frase al hilo del Año Sacerdotal: «El Pontificado del Papa Juan Pablo II fue un absoluto desastre para los sacerdotes. El descenso de sacerdotes en su pontificado sufrió un descalabro estrepitoso». Y, ciertamente, podemos ver cómo los datos objetivos son los siguientes: En 1978 (año de inicio del pontificado de JPII) el número de sacerdotes en el mundo era de 420.971. Al finalizar el 2005 (fin de su pontificado), el número de sacerdotes era de 406.411. ¿Cómo interpretar, pues, estos datos de la sociología?¿Acaso fue desastroso el pontificado de nuestro amado papa JPII para la vida de los presbíteros?

Aunque en los últimos años pareciera haberse frenado la caida del número de sacerdotes en el mundo (los cinco años del pontificado actual quizá no nos den todavía la suficiente perspectiva), lejos del triunfalismo del «insignificante repunte» de estos últimos cuatro años, lo cierto es que en los últimos 30 años (1978-2008) los datos absolutos de las vocaciones sacerdotales son negativos. En los últimos treinta años (pontificados de JPII y Benedicto XVI) no podemos tirar cohetes con los números. En la actualidad somos 11.805 sacerdotes menos de los que éramos en 1978. Y aunque el descrito insignificante repunte en las vocaciones sacerdotales y seminarísticas esté ahí, no se puede afirmar, como algunos también han hecho: ¡Qué bien con Benedicto XVI, qué mal con Juan Pablo II! El tema de las vocaciones es suficientemente serio como para abordarlo con tanta ligereza y superficialidad.