39ª Semana de vida religiosa: crónica del día 9
www.itvr.org.- Aún frescas la música y la letra de las ponencias de ayer tarde, los semanistas abordaron en las dos sedes una pregunta fundamental para el presente y para el futuro de la vida consagrada: ¿Cómo convertir nuestras casas en morada de los pobres? Los distintos grupos compartieron los «resultados» de su trabajo guiados por los dos ponentes de ayer: los profesores José Vico Peinado y Amedeo Cencini.
Una pausa, tan justa como necesaria, dio paso a la «comunicación» de la profesora invitada del ITVR, Mari Carmen Martínez, Hija de la caridad de Santa Ana. Disertó Mari Carmen sobre «La hospitalidad en la vida consagrada: cómo llegar a ser comunidades de presencia y acogida». Ante los semanistas, atentos y receptivos, afirmó la profesora Martínez que la hospitalidad es la clave de la vida consagrada. Se trata de una hospitalidad vivida en pobreza, castidad y obediencia.
La sesión de la tarde comenzó con la lectura del saludo que Mons. Jesús Sanz, arzobispo de Oviedo y presidente de la comisión episcopal para la Vida Consagrada de la Iglesia española. Mons. Sanz se lamentó de la imposibilidad de hacerse presente en la Semana.
A continuación la religiosa, Salesiana y profesora de teología en Roma, Caterina Cagià inició la exposición de la séptima ponencia de la Semana: «La casa interconectada y sus tres pantallas: posibilidades y adiciones». Las tres pantallas (el móvil, la televisión y el ordenador conectado a internet) brindan óptimas posibilidades tanto en lo que atañe a la misión como a la comunidad religiosa. Superado el desconcierto, la resistencia al cambio y la superficialidad inicial, las nuevas tecnologías tienen ventajas tales como la inmaterialidad, la interactividad, la instantaneidad y la innovación. Vivimos de lleno en una «sociedad digital».
Junto a las posibilidades mencionadas, Caterina Cagià alertó también de los problemas que, de hecho, ya están provocando las nuevas tecnología, similares a la adición del drogadicto. Para aprovechar las posibilidades y evitar los problemas, sugirió Caterina una serie de buenas costumbres para que estas nuevas tecnologías nos ayuden a crecer personal y comunitariamente, así como a extender el Reino.
Tras el descanso, tuvo su ponencia Amelia Kawaji, Superiora general de las Misioneras Mercedarias de Bérriz. Una bilbaína (pero japonesa de adopción) que, tras 36 años de estancia en Japón nos invitaba a convertir las comunidades en «casa y escuela de diálogo de vida». Como esquema de su ponencia utilizó la expresión «diálogo de vida» acuñada por la Conferencia de los Obispos de Asia en los años 70. Ya entonces la Iglesia de Asia expresaba que sólo podría existir en diálogo de vida entre los pobres, entre culturas y entre religiones.
Expuso la Hna. Amelia qué ha de entenderse por comunidad (un conjunto de personas que comparten espiritualidad, misión y profecía) y analizó el contexto de secularización subrayando fundamentalmente sus aspectos positivos. Amelia Kawaji, con un lenguaje ágil y personal, habló a los semanistas del diálogo de vida con los empobrecidos, con las culturas, con las religiones y con la tierra y el universo a través de las experiencias adquiridas a lo largo de prolongada estancia en Asia.