JOSÉ CRISTO REY GARCÍA PAREDES: «LES HA ENTRADO LA MANÍA DE HABLAR MAL DE LA VIDA RELIGIOSA»

EL ACUSADOR DE SUS HERMANOS

(ciudadredonda.org.-) No hace falta que sea Satán. Los tenemos entre nosotros. Se sienten poderosos y cuentan con excelentes medios para publicarlo. Les ha entrado la manía de hablar mal de la vida religiosa. La encuentran en estado de debilidad -según su impresión- y con sus palabras -que ellos creen proféticas- se arrogan el pedirle un cambio de rumbo; como si se hubiera instaurado en los institutos religiosos apostólicos -masculinos y femeninos- un demonio perverso, secularizador, que ha infectado casi todo. Estos profetas acusadores de sus hermanos y hermanas, lo dicen más o menos así: ¡están envejecidos, no tienen vocaciones, se han secularizado, se han vuelto individualistas, nos son fieles a la jerarquía, desobedecen, se dedican a cuestiones sociales, han perdido la identidad religiosa, se interesan más por problemas sociales (justicia, paz y ¡hasta ecología!) y políticos que por anunciar la vida eterna…!

Quienes así se expresan condenan a miles y miles de religiosos y religiosas y si ofrecen alguna solución, ésta nada tiene que ver con el futuro ni con la esperanza cristiana, sino con una vuelta atrás y quién sabe dónde ponen… esa meta rumbo al pasado.

Quienes así hablan olvidan palabras de Jesús como éstas: “No juzguéis y no seréis juzgados”, “quien esté sin pecado que tire la primera piedra”. Nunca la vida consagrada se ha auto-analizado tanto como en este tiempo (y quizá hasta en exceso). Solo habría que asistir a nuestros Capítulos, a nuestras Asambleas o nuestras reuniones comunitarias para ver cómo detectamos nuestras limitaciones y pecados. Lo hacemos frecuentemente a la luz de la Palabra de Dios y confrontándonos con las necesidades de nuestro mundo, lo expresamos en nuestras públicas peticiones de perdón y misericordia, en nuestras conversaciones sinceras y sin tapujos.

Es muy grave e intolerable que se nos acuse de haber roto la Alianza con nuestro Abbá, con Jesús, con su Espíritu, con su comunidad la Iglesia, diciendo que nos hemos vuelto secularistas y hemos perdido nuestra identidad. ¿En nombre de quien hablan tales personas que de modo tan presuntuoso acusan a un gran colectivo eclesial? ¿No se dan cuenta que hablando así, implican al mismo Dios, haciéndolo responsable de un castigo, que consiste en privar de vocaciones a los institutos que así actúan? Es penoso que entre esas personas “notables” que así “profetizan” haya “pastores” que además son “religiosos”: es decir, ¡hermanos nuestros de vida religiosa! Esos hermanos son los que nos acusan.

La vida religiosa o consagrada no está dejada de la mano de Dios. Dios está con ella y, más aún, en estos tiempos. Pero, no por ello, se ha vuelto presuntuosa: ella misma sabe reconocer su pecado y sus limitaciones; ha renunciado a las explicaciones perfeccionistas de su identidad, a considerarse superior a los demás, como nunca lo había hecho a lo largo de la historia. Quiere compartir su carisma y misión con el laicado y ofrecer lo mejor de sí misma a la sociedad. Quiere ser una humilde prolongación de la vida y misión de Jesús en la tierra, movida por los carismas que el Espíritu le concede. La vida consagrada actual se siente misionera, y quiere ir allá donde el Espíritu la lleve. Pero también lucha contra los malos espíritus que intentan desviarla y destruirla. Trata de reinterpretarse a sí misma en un cambio de época y se muestra abierta a la metanoia, al cambio de mentalidad y aun de estructuras.

Si en Europa la vida consagrada cuenta con una gran mayoría de personas ancianas y enfermas, se trata de un don que hay que agradecer a Dios. Ser anciano no es una desgracia, ni siquiera formar parte del grupo de los últimos ancianos -si ese fuera el querer de Dios-. En no pocas ancianas y ancianos brilla el esplendor de una experiencia mística, que los ha ido modelando paso a paso. Son personas guiadas por el Espíritu, portadoras de sabiduría, que ofrecen sus días al Dios en que ciegamente confían. Nuestros ancianos son en múltiples casos nuestros “tesoros”. ¿Porqué no puede repetirse el milagro de nuevos Isaacs nacidos de Abraham y del seno ya anciano y apaciguado de Sara? ¿Porqué no confiar en el poder fecundo del Espíritu Santo, que hasta ahora ha concedido el carisma?¿Porqué en lugar de tanta lamentación, no le pedimos a Dios que enaltezca a los humillados como la madre de Samuel?

He asistido a varios Capítulos Generales. En ninguno de ellos he respirado aires de funeral. He percibido cómo el espíritu del mal es exorcizado como nunca: se lucha contra la hipocresía, el fariseismo, la ambición, la mentira. He percibido cómo se ora y cómo soñando lo imposible se preparan los institutos para lo imprevisible. Y no pocos institutos descubren cómo el Espíritu les concede una nueva fecundidad donde menos esperaban, o de seguro se la concederá.

A los “acusadores de sus hermanos” yo les diría que superen sus tentaciones satánicas y que contribuyan así a la llegada del Reinado de Dios, porque -como dice el libro del Apocalipsis, 12,10- llega el Reinado de nuestro Dios cuando es precipitado el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.

La vida consagrada merece un gran voto de confianza. Su verdadera muerte sería aislarla del mundo, de la comunidad cristiana, de su comunión creciente con el laicado. Pero, sobre todo, quien merece un gran voto de confianza es el gran Protagonista de todo: el Espíritu Santo, nuestra Santa Ruah, que guía a la Iglesia y a sus comunidades dentro de ella y sana y hace crecer el Cuerpo de Cristo, que es su Esposa la Iglesia. Dejémonos de vanos vaticinios y confiemos en que “el Dios que nos lo dio, Él nos lo quitó” y que -sobre todo. Aquel que es fiel, a pesar de nuestras pequeñas o grandes infidelidades, es capaz de sacar de las piedras hijos de Abraham. Dios, nuestro Abbá, no se olvida de su santa Alianza.

Una anciana religiosa me decía unos meses antes de morir: “Y si pasa, ¿qué pasa?”. Era tal su confianza en Dios que estaba cierta de que pasara lo que pasara allí seguiría nuestro Dios cumpliendo sus promesas. Dejemos de acusarnos unos a otros. Que lo haga Satán, pero que no cuente con ninguno de nosotros, en ninguna dirección.

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    Redrum 14 años

    Pues a mí me da que esto tiene que ver menos con el Espíritu Santo, y más con aquello de la parábola de la vid y los sarmientos.
    Una pena.

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    Jose Manuel 14 años

    Gracias, José Cristo Rey, por tu acertadísima reflexión, cargada de sabiduría y amor a la vida consagrada. Se nota muy bien, no sólo que la conoces a fondo, sino que la amas. Sólo desde el amor se puede hacer una crítica objetiva. Tú lo dices muy bien: La VC «quiere ir allá donde el Espíritu la lleve. Pero también lucha contra los malos espíritu que intentan desviarla y destuirla…»
    Así es. No cabe duda de que hay muchos profetas de calamidades que, además, se regodean en firmar el finiquito de la vida consagrada, que parece están deseando. Claro que, ya sabemos desde qué presupuestos ideológicos, no evangélicos, parten. Afortunadamente, todos estos no son el Espíritu Santo, que es quien tiene la palabra. Creo que, desgraciadamente, entre estos agoreros, hay ¿muchos? Pastores (con mayúsculas). ¿Están tan seguros de dejarse guiar por el «buen espíritu»?

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    erdinv 14 años

    La vida religiosa es ahora mas cristiana que nunca. En medio de una disminución, de un dolor que no han buscado. Humanamente casi sin esperanza, teniendo quiie confiar a ciegas. Cuidando enfermos, ancianos sin saber que será de ellos. Amando cada día en medio de nada mas´q eu cr´´ticas porque no se dan discipllinas…

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    Hermenegildo 14 años

    Samuel Martínez: repasa la homilía que el Prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, Monseñor Angelo Amato, recientemente creado Cardenal por Benedicto XVI, pronunció en Sevilla durante la beatificación de la Madre María de la Purísima.
    Y, por cierto, yo no soy denostador de la auténtica vida religiosa, sino de la vida religiosa secularizada contra la que se pronunciaba Monseñor Amato.

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    angel 14 años

    Me parece un artículo muy valiente y acertado, son pocos los que se atreven a hablar con esta claridad sobre los que aparentemente deberían ser nuestros pastores, nuestros animadores, nuestras madres, como Madre debe ser la Iglesia. No se dan cuenta que no se puede dar respuesta a nuestro tiempo con modos de ayer. No somos los religios@s los que pasamos por dificultades, la Iglesia y la sociedad, somos hijos de nuestro tiempo y estamos en cambio de época profundo, enorme y acelerado. Dios te bendiga José Cristo

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    Celso 14 años

    Hoy, Santiago de Compostela está de actualidad. El papa visita una ciudad donde hay una docena de macroconventos, sobre todo femeninos. El de San Paio tiene capacidad para 500 monjas, y en tiempos pasados las tuvo. El de las Clarisas, igual. Hoy, cada uno tiene una docena de monjas. Así, el resto de conventos, los femeninos y los masculinos. Está claro. El Espiritu sopla en dirección contraria. ¿O es que se duerme ese Espìritu?

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    Samuel martínez 14 años

    Preciosas palabras del Papa hoy sobre la Vida Consagrada. Al menos el pastor supremo de la Iglesia tiene a la vida consagrada en alta estima y una visión creyente sobre ella. Ya podían aprender algunos de inferior rango, que piensan que la vida consagrada es cosa de los hombres, de sus cálculos… y acusan de secularización a esta forma de vida cuando más bien los secularizados son ellos, pues no ven la mano de Dios que guía la historia, ni creen en el Espíritu Santo. Querido Hermenegildo, conocido denostador de la vida religiosa y representante de la lucha «antiprogre» que denomináis los que amáis tanto a la Iglesia: creo que el propio Papa responde a tus inquietudes sobre la vida consagrada con una visión bien diferente a la tuya. Su visión desde el amor contrasta demasiado con la tuya. A ver si también te dejas guiar por tu supremo pastor y no por esos de los nidos y de sectores infocatólicos que no hacen más que alimentar y reafirmarte en tu cariñosa visión sobre la vida consagrada.

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    Hermenegildo 14 años

    «Quiere compartir su carisma y misión con el laicado y ofrecer lo mejor de sí misma a la sociedad».

    A mí esto me suena a justificación ante la debacle vocacional que sufre la mayoría de los institutos religiosos.
    Yo creo que las órdenes y congregaciones necesitan hacer mucha autocrítica. Hace poco oí decir a un dominico que la escasez de vocaciones religiosas se debía a la falta de generosidad de los jóvenes. Como si los propios religiosos no tuvieran culpa de nada; para empezar, muchos de esos jóvenes se educan todavía en colegios religiosos.

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    Gabriel 14 años

    Es verdad que la inmensa mayoría de los religiosos son un auténtico regalo para el mundo y para la Iglesia. Y yo pido a Dios que las llene de vocaciones.

    Pero también es verdad que esas injustas generalizaciones en no pocos casos concretos tienen fundamento. Y lo siento, pero es así. Y no se trata de simples «acusaciones a los hermanos», sino de denunciar hechos, posturas y palabras a los que los propios «hermanos» se encargan de dar gran publicidad y pueden ser causa de escándalo.

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    Antonio Murchante 14 años

    Ciertamente, hay muchos de esos. Lástima de obispos. Pongámosles nombre…
    Editado: En este blog no se permiten malas palabras ni agresiones expresas hacia nadie. Aunque el fondo de lo que se dice pueda ser real y veraz, las formas en este blog son imprescindibles. Se puede decir lo mismo de forma diferente.

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